Las telas de la tienda dejaban ver a una anciana triste, muy triste y su joven hija.
Solas en en el infinito desierto que no perdona. Sus almas no sentían consuelo.
Padre y marido muerto. Badú que días atrás ,
había desposado a la muchacha,
se marchó con riquezas y el amor prometido.
Abandono. Muerte inminente.
Oscuridad.Frío.Deshidratación.Soledad.Incertidumbre.Desconsuelo.
De lo que fue la hoguera, solo cenizas.
Los brazos de las dos mujeres se unieron en un largo abrazo.
Dejaron sus vidas en manos de Él. De el Salvador.Del que no nos abandona.
Y este se manifestó en carne, en un hombre piadoso, compasivo, fuerte.
La luz vino de la mano del Sol , del hombre, de Él...