Golpean los latidos, luchando para saber
que cosas tienes arriba del escritorio
como pones tus manos
cuando pierdes la mirada en la ventana
Los pensamientos juegan divertidos
como adivinar el color del libro
que apoyas en la mesilla de luz.
Cuchichean celosos los querubines
sospechando tus sonrisas,
se retuerce lo interno, imaginando
tan solo una lágrima.
Viajan mis ideas , revoltosas,
curiosas, inquietas, sobresaltadas.
El azar no existe, yo te adivino
la mente corre, ya no la persigo.
mis pies siempre descalzos,
se rebelan ante lo inmenso, de buscarte tanto
tanto...