miércoles, 1 de septiembre de 2010

Su madera se convierte en cuna y en ataúd.


El árbol marca un centro, indica un espacio y convoca a reunirse.

El árbol cambia en el tiempo, con las estaciones y con el paso de los años.

El árbol, como los libros, tiene hojas que ayudan a relacionarse con el entorno.

El árbol brinda sus frutos amorosa y generosamente, como los grandes maestros que brindan sus conocimientos.

El árbol se nutre por sus raíces con lo más denso y por sus hojas con la sutilidad de la luz.

El árbol no muere, deja su semilla, o muere de pie para transformarse en madera, carbón, abono, papel....



Su madera se convierte en cuna y en ataúd.

Sus frutos se convierten en alimento.

Sus flores nos brindan belleza y perfume.

Sus raíces nos sirven de ejemplo de arraigo.

Su tronco une el cielo con la tierra y nos sirve de respaldo.

Su fronda nos protege de las inclemencias del tiempo.

Su presencia nos acompaña en el silencio de nuestros pensamientos.