viernes, 22 de octubre de 2010

DECADRÓN: 9º LEY


Novena Ley
“El verdadero templo es aquel que se construye sobre la base de sentimientos, pensamientos y actitudes”

Habitualmente definimos a un templo como un lugar para oración. El término proviene del latín templum, que designa un edificio sagrado. En la antigüedad, se le asociaba al cosmos —como si el cielo tuviese su reflejo en la Tierra—, y muchas culturas irguieron maravillosas construcciones para comunicarse con aquellos secretos de la bóveda celeste. Antes del cristianismo, Sumeria, Egipto, Grecia o las culturas americanas —entre ellas los mayas e incas— poseían importantes templos, en donde no sólo se consagraban al Sol o las estrellas, sino también a la propia naturaleza. Sin embargo, templo no sólo designa una construcción humana para las prácticas místicas y la oración. Como vimos en la octava ley de El Decadron, un conjunto de ideas o principios pueden ser santificados si creemos en ellos y empezamos a trabajar decididamente en esa dirección. La novena ley nos dice ahora que luego de ese proceso, estamos creando un templo “espiritual”. Por ello advierte que el templo verdadero “…se construye sobre la base de sentimientos, pensamientos y actitudes”.

Esotéricamente, se conoce este fenómeno con el nombre de “Egrégor”, voz verbal del griego clásico que significa “vigilar”, “velar”, “estar despierto”. Otra interpretación se desprende de la contracción de las palabras árabes “eg” y “gregen”, que significan “eso que reúne” o “lo que reúne”. En otras palabras, el Egrégor sería aquel cuerpo místico que logramos crear gracias a la Ley del Núcleo que agrupa el aporte psíquico. Este principio nos dice que todo lo que sentimos pensamos y hacemos nutre, alimenta y construye nuestro Templo Verdadero que es el espiritual.