viernes, 22 de octubre de 2010

DECADRÓN: 2º LEY


Segunda Ley
“La luz verdadera alumbra o ciega según la actitud del estudiante”

La definición más aceptada de la luz sostiene que es una onda electromagnética capaz de ser percibida por el ojo humano. Su frecuencia determina su color. Si le pedimos a alguien que visualice un haz de luz, o una radiación lumínica, lo más frecuente es que imagine un resplandor blanco, brillante y muy claro. Es como si el color blanco reuniera o sintetizara los diferentes matices de la luz. La luz —sostiene la creencia Hindú— fue parte de la creación del Universo a través de la exhalación de Brahma o el “Big Bang” que sugieren nuestros actuales científicos. La Luz sería la información que todo lo impregna.

Los Maestros de la Hermandad Blanca afirman que existen “varios” estados en la naturaleza de la luz. Dicen que la luz puede ser alterada, modificada, y empleada a conciencia para distintos fines. Sin embargo, el segundo principio del Decadron se refiere a la luz como una alegoría que va más allá de este concepto. Habla de la luz como conocimiento.

Sostiene que su real naturaleza es perfecta, y que depende enteramente del receptor el uso equilibrado de aquella revelación. En otras palabras, este principio enseña dos cosas concretas:

1. Que el conocimiento verdadero es por naturaleza inocuo. No va a izquierda o derecha, no pierde su balance. Sencillamente, “Es”.

2. Es de responsabilidad del estudiante hacer buen uso del conocimiento. Este puede “iluminar” —conciencia, crecimiento—, o “cegar” —confundir, desorientar— si se lleva a cabo un empleo indebido de lo recibido.

Por ello El Decadron afirma que la luz verdadera alumbra o ciega según la actitud del estudiante. Es interesante constatar que el comportamiento de la luz que estudian los científicos no escapa a la enseñanza de este principio. Veamos un ejemplo sencillo: Todos sabemos que es peligroso mirar directamente al Sol, pues su radiación podría lesionar nuestros ojos. Ello no quiere decir que nuestra estrella —una enana amarilla— sea “negativa”, pues nos da calor, abrigo, y permite que la vida sea posible en el planeta. Sin embargo, en ciertos momentos sí se puede ver la figura solar, como en el amanecer. En otras circunstancias —como cuando el Sol se encuentra en el cenit— sería más que imprudente. Algo similar ocurre con el conocimiento.

El mal uso del conocimiento se ha registrado desde épocas muy antiguas. Grandes civilizaciones precipitaron su desaparición al perder la línea original de las enseñanzas recibidas. Por ello la “luz” alumbra o ciega de acuerdo a nuestra actitud.