sábado, 28 de mayo de 2011

EL ALQUIMISTA – PAULO COELHO




EL ALQUIMISTA – PAULO COELHO



(...)...Se Ama porque se Ama. No hay ninguna razón para amar

ESCUCHA TU CORAZÓN. EL CONOCE TODO, PORQUE PROVIENEN DEL ALMA DEL MUNDO, Y UN DÍA RETORNARÁ A ELLA.
… Y el muchacho procuraba escuchar a su Corazón. Era un Corazón difícil: antes estaba acostumbrado a partir siempre, y ahora quería llegar a cualquier precio. A veces su corazón pasaba horas enteras contando historias nostálgicas, otras veces se emocionaba con la salida del Sol en el Desierto y hacía que el muchacho llorara a escondidas. El corazón latía más rápido cuando hablaba del tesoro y se volvía más perezoso cuando los ojos del muchacho se perdían en el horizonte Infinito del Desierto. Pero nunca estaba en Silencio, incluso aunque el chico no intercambiara un palabra con el Alquimista.
- ¿ Por qué hemos de escuchar al corazón? – preguntó el muchacho cuando acamparon aquel día.
- Porque donde él esté es donde estará tu tesoro.
- Mi Corazón esta muy agitado – dijo el chico-. Tiene sueños, se emociona y está enamorado de una Mujer del Desierto. Me pide cosas y no me deja dormir muchas noches, cuando pienso en ella.
- Eso es bueno. Quiere decir que esta vivo. Continúa escuchando lo que tenga que decirte.
- Mi corazón es traicionero, dijo el muchacho al Alquimista cuando pararon para dejar descansar un poco al los caballos-. No quiere que Yo siga adelante.
- Es buena señal – respondió el Alquimista. Prueba que tu Corazón aún esta vivo. Es natural que se tenga miedo de cambiar por un sueño todo aquello que ya se consiguió.
- Entonces ¿para que debo escuchar mi corazón?
- Porque no conseguirás jamás mantenerlo callado. Y aunque finjas no escuchar lo que te dice, estará dentro de tu pecho repitiendo siempre lo que piensa sobre la Vida y el Mundo.
- ¿Aunque seas traicionero?
- La traición es el golpe que no esperas. Si conoces bien a tu Corazón, él jamás lo conseguirá. Porque tú conocerás sus sueños y sus deseos, y sabrás tratar con ellos. -Nadie consigue huir de su Corazón. Por esos es mejor escuchar lo que te dice. Para que jamás venga un golpe que no esperas.
- El muchacho continuó escuchando a su corazón mientras avanzaban por el desierto. Fue conociendo sus artimañas y sus trucos, y aceptándolo como era. Entonces el muchacho dejó de tener miedo y ganas de volver, porque cierta tarde su Corazón le dijo que estaba contento.
- “Aunque proteste un poco – decía su Corazón - es por que soy un corazón de hombre, y los corazones de hombre son así. Tienen miedo de realizar sus mayores sueños porque consideran que no los merecen o no van a conseguirlos. Nosotros, los Corazones nos morimos de miedo solo de pensar en los amores que partieron para siempre, en los momentos que podrían haber sido buenos y que no lo fueron, en los tesoros que podrían haber sido descubiertos y se quedaron para siempre escondidos en la arena.
- Porque cuando esto sucede, terminamos sufriendo mucho”
- Mi corazón tiene miedo de sufrir – dijo el muchacho al Alquimista, una noche en que miraban al cielo sin luna.
- Explícale que el miedo a sufrir es peor que el propio sufrimiento. Y que ningún corazón jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños, porque cada momento de búsqueda es un momento de encuentro con Dios y con la Eternidad.
- “Cada momento de búsqueda es un corazón de encuentro - dijo el muchacho a su Corazón. Mientras busqué mi tesoro, todos los días fueron luminosos, porque yo sabía que cada momento formaba parte del sueño de encontrar. Mientras busqué este tesoro mío, descubrí por el camino cosas que jamás habría soñado encontrar, si no hubiese tenido el valor de intentar, cosas imposibles para los pastores”
- Entonces su Corazón se quedó callado una tarde entera.
- Por la noche, el muchacho durmió tranquilo y cuando se despertó, su corazón empezó a contarle cosas del Alma del Mundo. Le dijo que todo Hombre Feliz era un Hombre que llevaba a Dios dentro de sí. Y que la felicidad se podía encontrar en un simple grano de arena del Desierto, como había dicho el Alquimista. Porque un grano de Arena es un momento de la Creación y el Universo tardó miles de millones de años para crearlos.
- “Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando – le explicó-. Nosotros, los Corazones, acostumbramos a hablar poco de esos tesoros, porque lo hombres ya no tienen interés en encontrarlos. Sólo hablamos de ellos a los niños.. Después dejamos que la Vida encamine a cada uno hacia su Destino. Pero desgraciadamente, pocos siguen el camino que les ha sido trazado, y que es el Camino de la Leyenda Personal, y de la felicidad. Consideran el Mundo como algo amenazante y justamente por eso el Mundo se convierte en algo amenazador. Entonces, nosotros los Corazones vamos hablando cada vez más bajo, pero no nos callamos nunca. Y deseamos que nuestras palabras no sean oídas, pues no queremos que los hombres sufran porque no siguieron a sus corazones.
- ¿Por qué los Corazones no explican a los hombres que deben continuar siguiendo sus sueños?
- ¿preguntó el hombre al Alquimista.
- Porque, en este caso, el corazón es el que sufre más. Y a los corazones no les gusta sufrir.
- A partir de aquel día, el muchacho entendió a su Corazón. Le pidió que nunca más lo abandonara. Le pidió que cuando estuviera lejos de sus sueños, el Corazón se apretase en su pecho y diese una señal de alarma. Y le juró que siempre que escuchase esta señal, también lo seguiría.
- Aquella noche conversó sobre todo esto con el Alquimista.
- Y el Alquimista entendió que el Corazón del muchacho había vuelto al Alma del Mundo.
- ¿Qué debo hacer ahora? – preguntó el chico
- Sigue en dirección a las pirámides – dijo el Alquimista -.
- Y continuó atento a las señales. Tu Corazón ya es capaz de mostrarle el tesoro.
- ¿Era esto lo que me faltaba saber?
- No- respondió el Alquimista-. Lo que te faltaba saber es lo siguiente.
- “Siempre, antes de realizar un sueño, el Alma del Mundo decide comprobar todo aquello que se aprendió durante el camino. Hace esto no porque sea mala, sino para que podamos, juntos con nuestro sueño, conquistar también las lecciones que aprendimos mientras íbamos hacia él. Es el momento en que la mayor parte de las personas desiste.Es lo que llamamos, en el Lenguaje del Desierto, "Morir de Sed, cuando las palmeras aparecen en el horizonte".
- “Una búsqueda comienza siempre con la suerte del Principiante. Y termina siempre con la Prueba del Conquistador.
- El muchacho se acordó de un viejo proverbio de su tierra. Decía que la hora más oscura era la que venía antes del Nacimiento del Sol.
- Cuando tenemos los grandes tesoros delante de nosotros, nunca los reconocemos. ¿Y sabes por qué? Porque los hombres no creen en los tesoros.
- LOS OJOS MUESTRAN LA FUERZA DEL ALMA- Repuso el Alquimista.
- Conocí a verdaderos Alquimistas – continuó-. Se encerraban en el laboratorio, intentando evolucionar como el oro y acababan de descubrir la Piedra Filosofía. Porque habían entendido que cuando una cosa evoluciona, evoluciona también todo lo que la rodea.
- “Otros consiguieron la Piedra por accidente. Ya tenía el don, sus Almas estaban más despiertas que las de otras personas. Pero estos no cuentan, porque son escasos. Otros, finalmente, sólo buscaban el oro. Estos jamás descubrieron el secreto. Se olvidaron de que el plomo, el cobre y el hierro también tienen su Leyenda personal para cumplir. Quien interfiere en la Leyenda Personal de los otros, nunca descubre la suya.
- Las palabras del Alquimista sonaron a Maldición.
- El muchacho se inclinó; recogió una concha del suelo del Desierto.
- Esto un día fue un MAR – dijo el Alquimista.
- Ya me había dado cuenta – repuso el muchacho.
- El Alquimista le pidió que se colocara la Concha en el oído. El ya lo había hecho muchas veces de niño, y escuchó, como entonces, el SONIDO DEL MAR.
- EL MAR CONTINUA DENTRO DE ESTA CONCHA, PORQUE ES SU LEYENDA PERSONAL. Y JAMÁS LA ABANDONARA HASTA QUE EL DESIERTO SE CUBRA NUEVAMENTE DE AGUA.
- El mundo no es más que la parte visible de Dios. Y la Alquimia es traer al plano material la perfección espiritual.
- El muchacho comenzó a mirar al frente, hacia el horizonte. En la lejanía se divisaban Montañas, Rocas y plantas rastreras que insistían en vivir en un lugar, en el que la supervivencia era imposible. A allí estaba el Desierto, que él había recorrido durante tantos meses, y del que, aún así, solo conocía una pequeña parte. En esa pequeña parte había encontrado ingleses, caravanas, guerras de clanes y un Oasis con cincuenta mil palmeras y trescientos pozos.
- ¿Qué quieres aquí de nuevo?- le preguntó el Desierto-. ¿Acaso no nos contemplamos suficiente ayer?
- En algún punto guardas a la persona que Amo – dijo el muchacho-. Entonces, cuando miro tus arenas, también la veo a ella. Quiero volver junto a ella, y necesito tu ayuda para transformarme en Viento.


EL ALQUIMISTA – PAULO COELHO