miércoles, 6 de enero de 2010

KHAYYAM. Transubstanciación


"Vive plenamente mientras puedas y no calcules el precio".

"Si los amantes del vino y del amor van al infierno..., vacío debe estar el paraíso".

"He aquí la única verdad. Somos los peones de la misteriosa partida de ajedrez que juega Alá. Él nos mueve, nos detiene, vuelve a empujarnos, y al final nos arroja, uno a uno a la caja de la nada".

"No te ilusiones con tu riqueza y tu belleza, puedes perderlas; aquella en una noche, esta en una fiebre".

"A nadie pedí la vida. Me esfuerzo por aceptar, sin júbilo ni rabia, todo lo que la vida ofrece. Partiré sin preguntar al prójimo acerca de mi curiosa permanencia en este mundo".

"Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Coge un cántaro de vino, siéntate a la luz de la luna y bebe pensando en que mañana quizá la luna te busque en vano".

"Entre la fe y la incredulidad, un soplo. Entre la certeza y la duda, un soplo. Alégrate en este soplo presente donde vives, pues la vida misma está en el soplo que pasa".

"Un jardín, una cimbreante doncella, un cántaro de vino, mi deseo y mi amargura: he aquí mi paraíso y mi infierno. Pero, ¿quién ha recorrido el cielo o el infierno?"

"Todo es un tablero de ajedrez de noches y días, donde el destino, con hombres como piezas, juega: Acá y acullá mueve, y da jaque y mata, y uno por uno, vuelve a ponerlos en la caja".

"¡Qué mezquino el corazón que no sabe amar! Si no estás enamorado, ¿cómo puedes gozar con la deslumbrante luz del sol o la suave claridad de la luna?"

"Lámparas que se apagan, esperanzas que se encienden: la aurora". "Lámparas que se encienden, esperanzas que se apagan: la noche".

"A pesar de la felicidad que tuvimos, no adoro el pasado. ¡ Es tan honda la dulzura del presente!"

"No dudes de disfrutar del vino y de las mujeres, pues tarde que temprano tendras que dormir bajo la tierra, y no le cuentes esto a nadie. La Amapola marchita no vuelve a florecer."


XII. Transubstanciación

Mira esta copa transparente: era,
antes de modelada, ruda arcilla,
y revela al trasluz la maravilla
de un alma en sus entrañas prisionera.

De magos y rabinos en la idea,
con los blancos jazmines la comparan,
de donde en mística eclosión brotaran
las sanguinosas rosas de Judea.

Mas no -¿qué he dicho?- ni jazmín, ni rosa;
el destello del vino me alucina:
Ya no veo la copa que fascina,
ni el néctar de la viña prodigiosa.

Libre ya del sopor de la taberna
veo, sí, una visión clara y distinta:
era una agua translúcida y eterna
que de un divino fuego estaba encinta.