Hatikvá se denomina el himno nacional judío. La palabra significa “esperanza”. Esperanza es propiamente el leit motiv de la historia judía.
La esperanza tiene que ver con el devenir temporal estrictamente
esperado es lo que se llama historia. El hombre es en la esperanza, en la historia. El presente es lo que se da. La esperanza es lo aún no dado pero que puede darse.
Es la alternativa continua y conjunta del ser en el mundo. El ser judío cultivó la pequeña esperanza, la de todos los días, y también la gran esperanza, la del final de los tiempos, la de la culminación de la historia universal, no ya subjetiva, ni siquiera nacional, sino absolutamente universal, ni siquiera exclusivamente humana sino universal cósmica, esperanza de paz, armonía, amor; Mesías.
Pero esperanza no significa pasividad. La esperanza auténtica nace de la acción y refluye en la acción. No es un simple dejar pasar y aguardar. Es arrojarse en la corriente del tiempo y sacarla de su cauce anticipando el futuro en pleno presente.
Hatikvá es el himno del pueblo hebreo. Porque así se llama, porque así es.
En él se resumen las esperanzas de largas generaciones, para poder elegir lo único elegible: la vida. Así enseñó Moisés:
“Y elegirás la vida.”
El autor de la letra del himno fue Naftalí Herz Imber (1856?1909)
Soñaba con algo pequeño, sencillo:
“Ser un pueblo libre en nuestra fierra. . .”
¿Para qué? Para poder elegir la vida.
El sueño se cumplió. Pero sólo parcialmente.
La vida aún no es elegible en forma rotunda.
Cabe entonces seguir esperando y diciendo hatikvá.
El judaísmo aún no se ha realizado. Es un proyecto de lo humano.
Es un programa de historia que tiene como meta la paz universal, la armonía de todas las criaturas, un mundo uno frente a D´s Uno.
De www.amia.org