martes, 15 de diciembre de 2009


Limosna

Abre la mano y dame
La dulce dulce miga
Como si el dios si el viento
Si el ardiente rocío
Como si nunca
Oye
Abre la mano y dame
La dulce miga
O dame acaso el tiempo
Corazón que sustentas.
La piel no ni el cabello
Mezclado ni el aliento
Ni la saliva ni
Todo lo que resbala ajeno
Por la piel.
No si es posible
Si oyes
Si estás si yo soy alguien
Si no es una ilusión
Una lente alocada
Una burla sombría
Abre la mano y dame
La sucia sucia miga
Como si el dios si el viento
Si la mano que abre
Que distrae el destino
Nos concediera un día.
©Idea Vilariño
Casa de las Américas, ciudad de la Habana.


Carta II

Estás lejos y al sur
Allí no son las cuatro.
Recostado en tu silla
Apoyado en la mesa del café
De tu cuarto
Tirado en una cama
La tuya o la de alguien
Que quisiera borrar
—estoy pensando en ti no en quienes buscan
A tu lado lo mismo que yo quiero―.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
Tal vez media
No sé.
Cuando la luz se acabe
Sabré que son las nueve
Estiraré la colcha
Me pondré el traje negro
Y me pasaré el peine.
Iré a cenar
Es claro.
Pero en algún momento
Me volveré a este cuarto
Me tiraré en la cama
Y entonces tu recuerdo
Qué digo
Mi deseo de verte
Que me mires
Tu presencia de hombre que me falta en la vida
Se pondrán
Como ahora te pones en la tarde
Que ya es la noche
A ser la sola única cosa
Que me importa en el mundo.
©Idea Vilariño
Casa de las Américas, ciudad de la Habana.