miércoles, 16 de diciembre de 2009

INTERESANTE.


La cómoda burbuja del placer…
El Loco - Escrito el 16 de Diciembre de 2009

Siempre he sido muy crítico con las adormileras del espíritu. Aquello que nos mece la cuna, como decía León Felipe, para que posemos nuestros deseos al vaivén del dictamen común. Realmente nos espanta buscarnos a nosotros mismos. Pero lo que más terror nos produce, mucho más que cualquier acto de interiorización y búsqueda es el leve esfuerzo de crearnos a nosotros mismos. Porque cuando llevas cien mil años rodeado de disciplinas interiores, podría ocurrir tal vez que te encontraras, que te descubrieras desnudo frente a frente, sumido en la reserva cosmológica de saberte algo, alguien. Y en ese encuentro desesperante podría nacer la terrible pregunta: ¿Y ahora qué? Y la respuesta aparece clara, fuerte, concisa: ahora hay que crearse.

Pero muchos prefieren la somnolencia del día a día. El automatismo de la vida frecuente. ¿Para qué esforzarnos en mejorarnos? ¿Para qué dejar, por poner un ejemplo absurdo, de beber alcohol o de fumar? ¿Para qué tener un cuerpo limpio, por dentro y por fuera? ¿Para qué vestir con decoro o tener el patio, el de fuera y el de dentro, limpios como paneras? Supongamos que tuviéramos que hacer el ingrato esfuerzo de ser mejores. Eso supone levantarte todas las mañanas con una intención, con un propósito claro que como poco, nos exigirá esfuerzo. Y esfuerzo, ¿para qué? ¿De donde debería surgir la necesidad de ser mejores? ¿Qué clase de personas seríamos si no nos dejáramos arrastrar por el suave canto del mediodía?

Resulta ya pesada la mera supervivencia. El ir al médico cuando nos duele el estómago y además soportar el grito del prójimo, ya sea porque tiene hambre, sueño o está saturado de casi todo. La preñez del placer provoca vómito, náusea. Por eso llenamos nuestros vacíos con grandes abrigos de visón, normalmente para que no vean nuestra verdadera y pobre epidermis, o con objetos más grandes y lujosos que pretenden llenar esos inmensos vacíos del alma humana.

Hay en la memoria colectiva una necesidad de vagar por el mundo con el color grisáceo del asfalto envolvente. El servilismo se disfraza de necesidad. Necesitamos tantas cosas que eso es suficiente motivación para seguir adelante. A las siete, sino antes, enchufamos el play existencial. Nos duchamos, desayunamos, vamos al trabajo… Cuando volvemos estamos cansados y satisfechos porque un día más, o un día menos, ha transcurrido sin trastornos, sin esfuerzo exagerado, sin penurias, y sobre todo, sin necesidad de cambio. Si a eso añadimos alguna dosis de sexo, de flirteo con aquel o con aquella, de derroche desmesurado en situaciones que imaginamos como posibles, de aventura sin desventura basadas en la falsa ilusión de la conquista y le añadimos unas gotitas de locura condensada los domingos por la tarde mientras vemos el futbol, entonces nuestra vida habrá superado un día más.

Tan estúpido somos, tan llenos de idiotez y tan cargados de pantallas de plasma que supuran la única oportunidad que tendremos para sentir y experimentar la vida, tan llenos de tedio estamos, que moriremos sin ser recordamos más allá de la generación que soportó nuestras penas y alegrías. Y aún así, algunos pensarán que eso ya supuso un extremo esfuerzo… Pero decidme, ¿hay algo más espantoso que morir en vida?

Propongo un juego: Desnúdate. Descúbrete. Destrúyete. Constrúyete. Créate. Experiméntate. Vívete. Siete movimientos para efectuar un magnífico jaque mate al muerto viviente que somos. Lo maravilloso de todo no es descubrir quién eres, de donde vienes y a donde vas. Lo realmente maravilloso es saberte vivo y uno con la Vida. Seamos pues partícipes, con pleno derecho, conscientes, de esta única y hermosa oportunidad.

De la pagina de Mario Conde.
El buen soldado no es violento. El buen guerrero no es iracundo. El buen ganador no es vengantivo. El buen jefe es humilde.