sábado, 10 de octubre de 2009

Neale D.Walsch Conversaciones con Dios III


Bien. Ahora debes saber que hay tres sabidurías básicas que se encuentran en todo el diálogo. Estás son:
1. Todos Somos Uno.
2. Hay suficiente.
3. No hay Nada Que Tengamos Que Hacer.
Si decidieran que “todos somos uno”, dejarían de tratarse mutuamente de la manera como se tratan.
Si decidieran que “hay suficiente”, compartirían todo con todos.
Si decidieran que “no hay nada que tengamos que hacer”, dejarían de tratar de usar “el hacer” para solucionar sus problemas, sino más bien para moverse y venir de un estado de ser que haría desaparecer su experiencia de esos “problemas” y las condiciones se evaporarían.
Ésta es quizá la verdad más importante de todas para que la comprendas en esta etapa de tu evolución y es un buen lugar para terminar este diálogo. Siempre recuerda esto y conviértelo en tu mantra:
No hay nada que tengo que tener, no hay nada que tengo que hacer y no hay nada que tengo que ser, excepto exactamente lo que estoy siendo en este momento.
Esto no significa que “tener” y “hacer” serán eliminados de tu vida. Significa que lo que experimentas tener o hacer surgirá de tu ser, no te conducirá a éste.
Cuando vengas de la “felicidad”, harás ciertas cosas porque eres feliz. Lo opuesto al antiguo paradigma en el que hacías las cosas que esperabas te harían feliz.
Cuando vengas de la “sabiduría”, harás ciertas cosas porque eres sabio, no porque estás tratando de obtener sabiduría.
Cuando vengas del “amor”, harás ciertas cosas porque estás enamorado, no porque desees tener amor.
Todo cambia, todo gira, cuando vienes de “ser”, en lugar de buscar “ser”. No puedes “hacer” las cosas para “ser”. Si tratas de “ser” feliz, de ser sabio, de estar enamorado o de ser Dios, no puedes “llegar allí” haciendo. Sin embargo, es verdad que estarás haciendo cosas maravillosas una vez que “llegues allí”.
Ésta es la Dicotomía Divina. La forma para “llegar allí” es “estar allí” ¡Sólo está donde eliges llegar! Es así de simple. No tienes que hacer nada. ¿Deseas ser feliz? Sé feliz. ¿Deseas ser sabio? Sé sabio. ¿Deseas estar enamorado? Está enamorado.
Eso es Quien Eres en cualquier evento.
Tú eres Mi Amado Hermano.
¡Oh! ¡Me quedé sin aliento! Tienes una forma maravillosa de expresar las cosas.
Es la verdad la que es elocuente. La verdad tiene una elegancia que sorprende el corazón hasta su propio despertar.
Eso es lo que han hecho estas Conversaciones con Dios. Han conmovido el corazón de la raza humana y lo han despertado de nuevo.
Ahora los guían hacia una pregunta crítica. Es una pregunta que toda la humanidad debe formularse. ¿Pueden y crearán una nueva historia cultural? ¿Pueden e inventarán un nuevo Primer Mito Cultural, sobre el cual se basen todos los demás mitos?
¿La raza humana es inherentemente buena o inherentemente mala?
Esta es la encrucijada a la que han llegado. El futuro de la raza humana depende del camino que sigan.
Si tú y tu sociedad creen que son inherentemente buenos, tomarán decisiones y crearán leyes que afirmen la vida y sean constructivas. Si tú y tu sociedad creen que son inherentemente malos, tomaran decisiones y crearán leyes que nieguen y destruyan la vida.
Las leyes que afirman la vida son las que les permitirán ser, hacer y tener lo que deseen. Las leyes que niegan la vida son leyes que evitan que sean, hagan y tengan lo que desean.
Aquellos que creen en el Pecado original y que la naturaleza del hombre es mala, asegurarán que Dios creó leyes que evitan que hagan lo que desean y promueven las leyes humanas (un número interminable de ellas) que buscan hacer lo mismo.
¿Cuál es tu punto de vista acerca de la raza humana? ¿Cuál es tu punto de vista de tu Yo? Abandonado totalmente a tus propios recursos, ¿te consideras capaz de que puedan confiar en ti? ¿En todo? ¿Qué hay acerca de los demás? ¿Cómo los ves? Hasta que se revelen ante ti, de una u otra manera, ¿Cuál es tu conjetura básica?
Ahora responde esto. ¿Tus conjeturas fomentan a tu sociedad para que se destruya o para que se abra camino?

Me considero digno de confianza. Nunca lo hice anteriormente, pero ahora lo hago. He llegado a ser digno de confianza, porque cambie mis ideas sobre la clase de persona que soy. Ahora comprendo también con claridad lo que Dios desea y lo que Dios no desea. Te comprendo con claridad.
Estas Conversaciones con Dios tuvieron un gran papel en ese cambio,, en hacerlo posible. Ahora veo en la sociedad lo que veo en mí mismo, no algo que se está destruyendo, sino algo que se está abriendo camino. Veo una cultura humana que al menos se está despertando ante su herencia divina, consciente de su propósito divino y cada vez más consciente de su Yo divino.
Si eso es lo que ves, eso es lo que crearás. Alguna vez estuviste perdido, pero ahora te encontraste. Estabas ciego, pero ahora ves. Ésta ha sido una gracia sorprendente.
En ocasiones has estado apartado de Mí en tu corazón, pero ahora somos uno de nuevo y podremos serlo para siempre. Lo que uniste, sólo tú puedes desunirlo.
Recuerda esto: siempre eres una parte, porque nunca estás separado. Siempre eres una parte DE Dios, porque nunca estás separado DE Dios.
Ésta es la verdad de tu ser. Somos una unidad. Ahora conoces toda la verdad.
Esta verdad ha sido alimento para el alma hambrienta. Tómala y cómela. El mundo está sediento de esta alegría. Tómala y bébela. Haz esto en recuerdo Mío.
La verdad es el cuerpo y la alegría es la sangre de Dios, que es amor.
Verdad.
Alegría.
Amor.
Éstas tres son intercambiables. Una conduce a la otra y no importa en qué orden aparezcan. Todas conducen hacia Mí. Todas son Yo.
Termino este diálogo como empezó Como la vida en sí, forma un círculo completo. Aquí se les dio la verdad, se les dio alegría. Se les dio amor, se les dieron las respuestas a los misterios más grandes de la vida. Sólo queda un pregunta. Es la pregunta con la cual empezamos.
La pregunta no es ¿a quién hablo?, sino ¿quién escucha?
Gracias. Gracias por hablarnos a todos nosotros. Te hemos escuchado y escucharemos. Te amo. Cuando este diálogo termina, estoy lleno de verdad, de alegría y de amor. Estoy lleno de Ti. Siento mi unidad con Dios.
Ese lugar de Unidad es el cielo.
Estás allí ahora.
Nunca no estás allí, porque nunca no eres Uno Conmigo.
Esto es lo que quiero que sepas. Esto es lo que quiero que tomes, al fin, de esta conversación.
Éste es mi mensaje, el mensaje que trato de dejar al mundo:
Hijos Míos, que están en el Cielo, santificado sea su nombre. Venga su reino y hágase su voluntad, en la Tierra como en el Cielo.
Este día recibieron su pan de cada día y están perdonadas sus deudas y sus ofensas, exactamente en el grado en que ustedes han perdonado a aquellos que los ofendieron.
Que su Yo no caiga en la tentación, sino que alejen su Yo de los males que crearon.
Porque suyo es el Reino y el Poder y la Gloria por siempre.
Amén.
Y Amén.
Vayan ahora y cambien su mundo. Vayan ahora y sean su Yo Supremo. Ahora comprenden todo lo que necesitan comprender. Ahora saben todo lo que necesitan saber. Ahora son todo lo que necesitan ser.
Nunca fueron nada menos. Simplemente, no sabían esto. No lo recordaban.
Ahora recuerdan. Traten de llevar siempre con ustedes este recuerdo. Traten de compartirlo con todos aquellos que tocan sus vidas. Suyo es un destino más grande del que hayan podido imaginar.
Llegaron al salón para sanar el salón. Llegaron al espacio para sanar el espacio.
No hay otro motivo para que estén aquí.
Ahora les diré esto: los amo. Mi amor es siempre suyo, ahora y por siempre.
Siempre estoy con ustedes.
Siempre.
Adiós, Dios. Gracias por este diálogo. Gracias, gracias, gracias.
Y tú, Mi creación maravillosa. Gracias, porque le diste de nuevo una voz a Dios y un lugar en tu corazón. Eso es lo que los dos siempre deseamos.
Estamos juntos de nuevo y eso es muy bueno.
FIN