domingo, 18 de diciembre de 2011
Luz es esperanza JANUCA
CÁBALA DE LALUZ
EL MITO LURIANO
Itzjak Luria, llamado “El León”, vivió en el siglo xvi, en Safed, y allí erigió el centro y reino de la meditación mística, esotérica. La imagen de la luz priva en todas estas concepciones. He aquí el mito que “El León” construyó para exponer sus ideas sobre la dinámica de La Luz en la historia de la humanidad.
Sabemos- en la tradición biblica- que “en el comienzo creó Dios el cielo y la tierra”.Lo que no sabemos es cómo se produjo esa creación.
Luria imagina el siguiente proceso:
La divinidad se “comprime” (tzimtzum)- ya que originariamente lo es Todo- para dar lugar al nacimiento de los mundos, de las llamadas Sefirot, esferas, grados de la existencia en terminos de universo.
En un principio los resabios de la luz divina ingresaron en los “recipientes”.
“Pero los recipientes no pudieron soportar esa luz, y se rompieron, y laluz huyó, se desparramó por el Universo y quedó prisionera de diversas cáscaras”(klipot).
De ahí en adelante es tarea del hombre redimir a esa luz perdida, oculta, enmudecida, reprimida bajo las apariencias de la materia.
Pero no se trata de un acto de mera contemplación especulativa, mística.
Es el acto humano- y por lo tanto inter-humano- el que redimirá la luz, y en consecuencia, “devolverá” a Dios a la realidad
Sólo la acción- que es acción en comunidad, en la historia- podría cumplir con ese cometido excelso.
El que sube a la luz la vuelve mensaje, y desciende luego hacia el prójimo no hay totalidad.
El elitismo endiosado de Nietzsche hacia una autorrealización soledosa vale para un romanticismo decadente y sin esperanzas.
Luz es esperanza. Luz es candelabro, un solo cuerpo y siete brazos de integración. Tú eres un paso hacia la humanidad. Si hay humanidad, si se produce ese paso, esa iluminación, tú eres. Si no, ayer naciste y morirás mañana, como decía Góngora de la rosa.
El tema, a diferencia de la rosa, es el aroma que queda, y en ello consiste la inmortalidad.
Las grandes mayúsculas postulan para su realización al hombre mayúsculo. el todos- los- hombres- de- la- historia.
En Platón el tema es sobre todo “científico”: cómo superar la falsedad de las sombras en la caverna para arribar a la verdad de la Luz.
En Luria y la Cábala el tema es moral: consiste en quitar las “cáscaras” que representan al “mal” para instaurar la divinidad en todo ser, colmo del bien.
Platón quiere saber basta un hombre solo consigo mismo. Bien lo parafrasea Lope:
“que para andar conmigo
me basta el pensamiento”.
Luria quiere vivir, pretende el bien, y este valor se juega entre los hombres, y en última instancia la recuperación de la luz equivale a la supresión del mal que es la soledad, según reza en el comienzo biblíco:
“No es bueno que el hombre esté solo”.
Para pensar, en efecto, basta que ande conmigo mismo. Para vivir he de andar con otro, el prójimo, el actual, el inmediato, y los otros que fueron y en proyección hacia los que serán.
Si ahora retornamos al texto de Kafka, notamos que la Ley está hecha de tal manera que postula la lucha del hombre contra los guardianes (en el mito luriano: las “cáscaras”) Acción, compromiso, como diría Marx, no para conocer la realidad sino para modificarla.
El sentido radica en el propio camino, y en en el camino en la medida en que sea propio.
“Esta entrada era solamente para ti”, dice finalmente el guardían. Lo más universal se realiza sólo y tan sólo en lo más personal, en lo más subjetivo, que es la asunción de lo universal, su absorción en la sangre de este cuerpo limitado por sus inconfundibles huellas digitales.
Jaime Barylko