lunes, 8 de agosto de 2011

Tisha B’av



¿Qué pasó el nueve de Av?
En Tishá B’Av ocurrieron cinco tragedias:
Durante el tiempo de Moshé, los judíos en el desierto aceptaron el informe calumnioso de los 10 espías, y se emitió un decreto prohibiéndoles la entrada a la Tierra de Israel (año 1312 AEC).
Los babilonios, liderados por Nabucodonosor, destruyeron el Primer Templo. 100,000 judíos fueron masacrados y millones fueron exiliados (año 586 AEC).
Los romanos, liderados por Tito, destruyeron el Segundo Templo. Unos dos millones de judíos murieron, y aproximadamente un millón fueron exiliados (año 70 EC).
La revuelta de Bar Kojba fue abatida por el emperador romano Adriano. La ciudad de Betar –la última ciudad judía que quedaba en pie– fue conquistada y liquidada. Más de 100,000 judíos fueron masacrados (año 135 EC).
El área del Templo, y sus lugares aledaños, fueron devastados por el general romano Turnus Rufus. Jerusalem fue reconstruida como una ciudad pagana –renombrada Aelia Capitolina- y se prohibió el acceso a los judíos.
Otras graves desgracias ocurrieron el nueve de Av a través de la historia judía, incluyendo:
La inquisición española terminó con la expulsión de los judíos de España en Tishá B’Av de 1492.
La Primera Guerra Mundial estalló en la tarde de Tishá B’Av, en 1914, cuando Alemania le declaró la guerra a Rusia. El resentimiento alemán por la guerra preparó el terreno para el Holocausto.
En la víspera de Tishá B’Av de 1942 empezó la deportación en masa de los judíos del gueto de Varsovia hacia Treblinka.


¿Por qué fue destruido el Templo?

El Talmud dice: Por el odio infundado entre judíos. La siguiente historia del Talmud (Guitín 56) lo explica:
En los tiempos del Templo, un hombre quiso ofrecer una fiesta para todos sus amigos, por lo tanto, realizó una lista de invitados e hizo que su sirviente repartiera las invitaciones. Uno de los invitados se llamaba ‘Kamtza’, pero el sirviente cometió un error e invitó en su lugar a ‘Bar Kamtza’. Ups - ¡Bar Kamtza era en realidad un enemigo acérrimo del anfitrión!
Cuando Bar Kamtza recibió su invitación, se gratificó con la idea de que el anfitrión finalmente había hecho las paces con él. Pero cuando Bar Kamtza asistió a la fiesta, el anfitrión lo vio y ordenó que lo expulsaran inmediatamente del lugar. “Entiendo el error, pero es una vergüenza para mí que me echen de la fiesta”, dijo Bar Kamtza. “Gustosamente pagaré el costo de mi comida si dejas que me quede”.
El anfitrión no estaba dispuesto a escuchar nada de esto, y reiteró su orden de que Bar Kamtza fuera expulsado. Bar Kamtza apeló de nuevo: “Estoy dispuesto a pagar el costo de la mitad de la fiesta si dejas que me quede”. Pero de nuevo el pedido fue rechazado. En este punto, el perturbado Bar Kamtza suplicó: “¡Pagaré la fiesta entera! ¡Por favor, sólo no me avergüences de este modo!”.
Sin embargo, el anfitrión se mantuvo firme y echó a Bar Kamtza. El Talmud dice que Bar Kamtza estaba tan herido y disgustado, que fue derecho hasta los romanos y denunció que los judíos tenían un comportamiento desleal hacia ellos. Esto enojó tanto a los romanos que atacaron y destruyeron el Templo Sagrado.
Dice el Talmud: “Quemaron un edificio que ya era cenizas”. Con un judío enfrentado a otro judío, la fuerza espiritual del Templo ya había sido retirada.
* * *
Este mal se manifiesta especialmente en el modo en que chismeamos sobre los demás. El lashón hará (chisme), dice el Talmud, es la causa más grande de nuestro largo y doloroso exilio. La medida en la que toleramos una conversación injuriosa es el grado en que contribuimos a nuestro exilio. Pero, si queremos, podemos romper el ciclo.
Se cuenta la historia del rabino Eliahu Lopian (Israel, siglo XX) quien, durante la Guerra de la Independencia de 1948, se había escondido en un refugio antiaéreo lleno de gente. Algunas de las personas dentro del refugio estaban hablando lashón hará, cuando de repente el rabino Lopian se levantó, abrió la puerta del refugio y salió afuera. “Pero están lloviendo misiles”, gritó la gente, “¡Se está poniendo en un gran peligro!”. El rabino Lopián se volteó hacia ellos con calma y les dijo: “Si me quedo sentado entre los chismes estoy en un peligro aún más grande”.
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