jueves, 13 de mayo de 2010

SÓLO EL AMOR ES REAL. BRIAN WEISS



¿Qué es el amor?

El amor es la respuesta de todo.

El amor no es una abstracción,
sino una energía de verdad.
Empieza a entrar en contacto con Dios en tu interior.
Siente el amor.
Expresa el amor.
El amor disuelve el miedo.
Cuando se siente amor no puede temerse nada.
Como todo es energía,
y el amor abarca todas las energías,
todo es amor.

Nuestros corazones conocen el camino de la
felicidad y la paz interior.
Prácticas espirituales
como la meditación y la oración
nos recuerdan lo que ya sabemos.
Cuando nos olvidamos
del mensaje de nuestro corazón
y caemos en la rutina y en los baches de la vida,
nos sentimos insatisfechos y desdichados.
Nuestra perspectiva está borrosa,
hemos olvidado nuestro plan de vida,
nos hemos perdido.

El remedio es sencillo.
Dedica tiempo a recordar tu divinidad,
tu naturaleza espiritual.
Recuerda por qué estás aquí.
La meditación es una forma
de despertar la memoria.

La meditación
es el arte de poner la mente en blanco
para acallar la cháchara perpetua
que normalmente llena nuestra conciencia.
En la tranquilidad de la mente silenciosa,
empezamos a ser observadores,
a tomar distancia y,
con el tiempo y la práctica,
a darnos cuenta de que existe
un nivel de conciencia superior.


Dentro de nuestras formas humanas
hay un ser espiritual.

Nuestra parte espiritual nunca muere.

Jamás perdemos a nuestros seres queridos.
En realidad,
todos los seres humanos estamos conectados…
para siempre.


Cuando tenemos experiencias espirituales,
casi siempre evocamos la energía del amor.
Esa forma de amor es incondicional, absoluta e ilimitada.
Es como un impulso de energía pura,
una energía que también posee atributos de gran fuerza,
como la sabiduría, la compasión,
la eternidad y la conciencia sublime.

El amor es la energía más básica y dominante que existe,
Es la esencia de nuestro ser y nuestro universo.
Es el componente fundamental de la naturaleza
que conecta y une todas las cosas, a todas las personas.

La energía del amor es, en potencia,
más fuerte que cualquier bomba
y más sutil que cualquier hierba.
Lo que sucede es que aún no hemos podido aprovechar
esa energía tan básica y pura.
Cuando lo consigamos, podrá darse una curación
en todos los niveles, individualidad planetaria.

Nuestras almas siempre se sienten atraídas hacia el amor.
Cuando comprendamos de verdad el concepto
de que el amor es energía que lo abarca todo
y que su impulso curativo puede transforma con rapidez
nuestros cuerpos, mentes y almas,
superaremos nuestros males y nuestros dolores..

Dios es paz. Dios es amor.
No hemos olvidado de que,
Puesto que hemos sido creados a imagen divina,
Dios esta en nuestros corazones y somos criaturas de paz, seres de amor y divinidad.
Sólo hay una religión, la del amor.
Sólo puede haber una, porque sólo hay un Dios,
el Dios de todos nosotros.
Tenemos que amarnos los unos a los otros, porque el amor es el camino.
De lo contrario nos condenaremos a repetir curso tras curso, hasta que aprendamos la lección del amor.
Sólo si nos deshacemos de nuestros miedos,
si vemos a la gente de otras religiones como iguales,
como almas como nosotros
que van camino del cielo, podremos
amar en un sentido auténtico, incondicional.
Todos somos lo mismo.
Todos remamos en la misma galera.
En nuestras muchas reencarnaciones,
hemos sido de todas las religiones, de todas las razas.

El alma no tiene raza, no tiene religión.
Sólo conoce el amor y la compasión.

Todos somos seres divinos.
Hace miles de años que lo sabemos,
pero nos hemos olvidado.
Y para volver a casa
tenemos que recordar el camino


Como los radios de una rueda de bicicleta,
todos los caminos indicados por las grandes religiones
llevan al mismo centro,
a la devoción y la iluminación.
No hay un camino mejor o peor que otro.

Hay grandes verdades, belleza y sabiduría
en todas las grandes tradiciones religiosas.
No es necesario que abandonemos nuestra tradición.
Al fin y al cabo, unas prefieren las rosas,
y en cambio a otros les gustan más
las flores silvestres o los girasoles.
Todas tienen su belleza propia
y Dios hace que el mismo sol las ilumine,
que la misma lluvia las alimente.
Son distintas, pero todas son especiales.

La lluvia cae sobre malas hierbas
igual que sobre las flores,
y el sol brilla en las cárceles
igual que en las iglesias.
La luz de Dios no discrimina,
y tampoco la nuestra debe hacerlo.

No hay un único camino,
una única iglesia,
una única ideología.
Sólo hay una luz.

Cuando caen las barreras,
todas las flores pueden florecer juntas
en un jardín de esplendor sin igual,
un paraíso terrenal.

Recordar que somos almas,
que somos inmortales y que existimos siempre en un vasto mar de energía es la clave para llegar a la alegría y a la felicidad.
En ese mar energético, toda una serie de espíritus que están para ayudarnos nos conducen por el sendero de nuestro destino, nuestro viaje evolutivo hacia la conciencia de Dios.
No competimos con ninguna otra alma: nosotros tenemos nuestro sendero y ellos el suyo.
No se trata de una carrera, sino de un viaje que emprendemos juntos hacia la luz de la conciencia.
Las almas que han progresado o evolucionado más tienden una mano con amor y compasión a las que se han quedado atrás.
La última alma que completa su trayecto no vale menos que la primera.
Todo es crecimiento y aprendizaje, un crecimiento continúo.
El cuerpo no es más que un vehículo que utilizamos mientras estamos aquí.
Lo que perdura eternamente es el alma y el espíritu.
Nuestras almas existen en una corriente de amor energético.
Nunca nos separamos realmente de nuestros seres queridos, aunque nos sintamos alejados y faltos de amor.
Olvídate del pasado. Ya no volverá.
Aprende de él y déjalo en paz.
La gente madura y cambia constantemente.
No te aferres a una imagen ilimitada,
desconectada y negativa de
una persona en el pasado.
Mírala como es ahora.
Tu relación con los demás esta siempre viva, siempre en continuo cambio.