miércoles, 29 de diciembre de 2010

Zohar


Zohar:


Este libro permite conocer la Cábala; la ciencia oculta Judía, que contiene las claves de la interpretación de la Biblia: el libro sagrado, y de la felicidad.


Se atribuye su autoría a Moisés de León, que lo escribió en Guadalajara en el siglo XIII; aunque afirmaba que solo era un copista y que el autor era el legendario rabino del siglo II Simeón Bar Jochai.


Se divide en cinco volúmenes, su primera edición impresa se realiza en Mantua en el año 1559 -300 años después del manuscrito arameo de Moisés de León-.


En el Sefer ha-Zohar aparecen las claves que forman el pensamiento sefirótico, es decir, los diez números esenciales presentados por el Sefer Yetsirá como intermediarios entre el Creador del mundo y su creación.


El primer Sefirá (Esfera), es el Kéter (Corona), que es la cabeza suprema desde donde emana toda la iluminación.



Los nueve Sefirots restantes forman el Palacio, el complicado sistema de pasillos laberínticos que unen la Corona -Kéter- con el último Sefirá, el Reino -Malkut- alojado a los pies del Adam Kadmon, el hombre primordial.


Los nueve Sefirots emanados de la corona no son más que uno: el Lazo, la unión entre el infinito (En-Sof), la Voluntad Suprema y la buena voluntad de los hombres.


Para el Zohar la Creación es un Palacio Cerrado.


El En-Sof (El Infinito) se confunde a veces con la Corona, aunque el primero constituye el universo menos accesible a la comprensión humana.


La que sólo puede acceder a sus manifestaciones a través de los Sefirots.


El primer Sefirá, Kéter, es aún parte del En-Sof, y es llamado el No Ser, de el surgen las veintidós letras sagradas del alfabeto cabalístico que forman el Verbo.


Y a partir de los contactos entre los principios masculinos y femeninos incorporados a los Sefirots, es como éstos se anudan y se engendran creando el Palacio, el Cuerpo Cerrado con sus analogías en el Cielo, en la Tierra y en el Hombre.


Los Sefirots aparecen así por tríadas:


Kéter, Hojmá y Biná (Corona, Sabiduría e Inteligencia);


Hessed, Gueburá, y Tiferet (Amor, Justicia y Belleza);


Nesah, Hod, y Yesod (Triunfo, Esplendor y Fundación).


Los Sefirots se clasifican en forma horizontal siguiendo su posición en el Adam Kadmon, el hombre primordial.


Así obtenemos tres secciones: la derecha, la izquierda y la central.


La primera constituida por la Sabiduría, el Amor y el Triunfo.


La segunda, por la Inteligencia, la Justicia y el Esplendor.


Y la tercera, formada por la Corona, la Belleza, la Fundación y el Reino.


La sección de la derecha es llamada Pilar del Amor, la sección izquierda, Pilar del Juicio.


Las parejas de Sefirots indican la unión sagrada de las formas masculina y femenina, imprescindible para todo aquello que deba estar completo.


Hojmá es el principio masculino o activo, y Biná es el principio femenino o pasivo.


El Padre es la Sabiduría, y la Madre es la Inteligencia: "La Sabiduría y la Inteligencia, son los dos platillos de la misma balanza, y forman, con la Corona, una trinidad inseparable llamada Arik Anpin, El Gran Rostro."


Los dos últimos Sefirots: Yesod y Malkut son masculino el primero, y femenino el segundo.


Igual clasificación para Hessed y Gueburá, llamados también los dos brazos de Dios.


Hessed otorga, y el rigor de la Justicia Gueburá, quita o atempera.


Son las dos lámparas que adornan el Trono Real.


De este segundo gran equilibrio nace Tiferet (Belleza), la expresión más sublime de los atributos morales.


Las dos tríadas menores son llamadas el Pequeño Rostro, y la unidad resulta de la unión del Gran Rostro con el Pequeño Rostro.


Dualidad que confirma la unidad, el Gran Rostro es masculino, y el Pequeño Rostro es femenino.


Los cabalistas dividian el universo en cuatro etapas de desarrollo, o cuatro mundos:


Olam ha Atsiluth (Mundo de la Emanación).


Olam ha Berá (Mundo de la Creación).


Olam ha Yetsirá (Mundo de la Formación).


Olam ha Asiyá (Mundo de la Acción).


El mundo más elevado es el de la emanación,


el segundo y el tercero son los mundos intermedios, formativos,


el Asiyá es el mundo de lo real-visible.


A partir de estos dos libros ya se puede hablar de la cábala como ciencia que a lo largo de la Edad Media tendrá dos tratamientos diferenciados:


- Cábala antigua, o doctrina metafísica y esotérica de los hebreos.


- Cábala moderna, de carácter mágico, sobre todo a partir del siglo XV, y gracias a la labor desarrollada por Isaac Lorin.


La cábala, la ciencia cabalística, es el resultado de considerar al ser humano como resultado de cuatro elementos unidos: Heshamah o espíritu; ruah o alma mortal; nefesh o alma instintiva; y cuerpo metafísico.


Para los cabalistas, el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, por lo que mantiene sus atributos. La creación del mundo se hizo por medio del pensamiento y la voz del Inconcebible ( el Innombrable ), que se ayudó de los números y las letras, ya que estos poseen unas ciertas virtudes.


Aun cuando hablamos de cuatro elementos unidos, la Cábala moderna solamente admite tres: espíritu, alma y cuerpo; de forma que "el hombre está compuesto por tres principios subdivididos en tres elementos cada uno: tres físicos, tres psíquicos y tres espirituales. Por esto, para designar a una persona viva, se habla del número nueve; para hablar de un ser vivo, pero que ha perdido el cuerpo, se habla del número seis; el número tres señala al ser meramente espiritual".


El sistema cabalístico se sustenta sobre una doctrina básica: la incognoscibilidad divina.


La divinidad es el Ain Soph o En Soph o resplandor Infinito del que emanó o surgió el universo. Esta emanación o resplandor revela diferentes aspectos de la divinidad, aspectos que se denominan sefirot, y que todos juntos constituyen el llamado Árbol de la vida (caminos para llegar desde la tierra hasta la primera emanación o Ser Supremo).


El Aleph es la primera letra del alfabeto hebreo, para la Cábala esa letra significa el En Soph, la ilimitada y pura divinidad; se dice que tiene la forma de un hombre que señala el cielo y la tierra, para indicar que el mundo inferior es el espejo y el mapa del superior; Para la Mengenlehre, es el símbolo de los números transfinitos, en los que el todo no es mayor que alguna de las partes; El Aleph es pues ese punto en el que confluyen todos los puntos; el lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe, vistos desde todos los ángulos, el Macrocosmos de alquimistas y cabalistas.


Los místicos, en análogo trance, prodigan los emblemas: para significar la divinidad, un persa habla de un pájaro que de algún modo es todos los pájaros; Alanus de Insulis, de una esfera cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna, (la cuadratura del círculo); Ezequiel, de un ángel de cuatro caras que a un tiempo se dirige al Oriente y al Occidente, al Norte y al Sur.


Los Privilegios de las


CLAVÍCULAS DE SALOMÓN


1. A: Aleph.- Ve a Dios cara a cara, sin morir, y conversa familiarmente con los siete genios que mandan a toda la milicia celeste.


2. B: Beth.- Está por encima de todas las aflicciones y de todos los temores


3. C: Ghimel.- Reina en todo el cielo y se hace servir por todo el infierno.


4. D: Daleth.- Dispone de su salud y de su vida y puede disponer de las de los demás.


5. E: He.- No puede ser sorprendido ni por el infortunio, ni agobiado por los desastres, ni vencido por sus enemigos


6. F: Vau.- Sabe la razón del pasado, del presente y del porvenir.


7. G: Dzain.- Tiene el secreto de la resurrección de los muertos y la llave de la inmortalidad.


Estos son los siete grandes privilegios.


He aquí los que vienen después:


8. H: Heth.- Tener la medicina universal.


9. I: Teth.- Encontrar la piedra filosofal.


10. K: Jod.- Conocer las leyes del movimiento continuo y poder demostrar la cuadratura del círculo.


11. L: Caph.- Cambiar en oro, no solamente todos los metales sino también la misma tierra, y aun las inmundicias de la misma.


12. M: Lamed.- Domar a los animales más feroces y saber pronunciar palabras que alienten y encanten a las serpientes.


13. N: Men.- Poseer el arte notorio que da la ciencia universal.


14. O: Nun.- Hablar sabiamente sobre todas las cosas sin preparación y sin estudio.


He aquí por último los siete poderes del mago:


15. P: Samech.- Conocer a primera vista el fondo del alma de los hombres y los misterios del corazón de las mujeres.


16. Q: Ain.- Forzar, cuando le plazca, a la naturaleza, y revelarse.


17. R: Phe.- Prever todos los acontecimientos futuros que no dependan de un libre albedrío superior, o de una causa inapercibida.


18. S: Tsade.- Prestar en el acto a todo el mundo los consuelos más eficaces y los consejos más saludables.


19. T: Resch.- Dominar el amor y el odio.


20. U: Schin.- Tener el secreto de las riquezas; ser siempre el amo y no el esclavo. Saber gozar aun en la pobreza y no caer nunca ni en la abyección ni en la miseria.


21. X: Cheth.- La adivinación, los sueños y los presentimientos y profecías.


22. Z: Tau.- Gobierno de los dementes, termino de tempestades, curación de las enfermedades con las manos y resucitar muertos.


Estas son las leyes que Salomón selló con su triple sello.


Éstas veintidos letras que se hallan inscritas en la Toráh están todas trazadas en los diez sefirot (Expresiones creadoras de Dios).


La Schejimá (La Divina Presencia), El Nombre Santo -Bendito Sea-, está oculto bajo otras letras, y cada sefirá presta al de arriba ciertas letras, de modo que todos están comprendidos uno en otro, por eso trazamos el Nombre Santo -Bendito Sea-, con otras letras que no son las suyas, estando una serie oculta en la otra, aunque todas están ligadas.


Si queremos conocer el Nombre Santo -Bendito Sea-, debemos conocer las letras de cada corona y luego combinarlas.


Los Santos Nombres -Benditos Sean-:


EHYEH / YAH / YHVY / IHVH / YHVH / JEHOVAH (Dios) / ELOHIM (Rey) / ADONAI (Señor).


Toda esta sabiduría hebrea está contenida en La Toráh (La Ley), con sus principios mayores llamados gufé-torá que provenian de la tradición oral y posteriormente de la escrita, personificada por El Talmud (El Estudio), que es el libro sagrado judio compuesto por La Mishnah (Ley oral codificada en torno al 200 d.C.) y La Guemarah (comentario al anterior recopilado entre los siglos III y VI d.C.) que constituyen el principal signo de identidad judio.


La Toráh; compendio de las Tablas de la Ley de Moisés, el Decálogo (los Mandamientos); y el Pentateuco (los cinco Libros Sagrados), más la tradición oral; estaba formada por La Mishnah (Repetición) "Midrash", La Tosefta (Suplemento), y El Talmud de Jerusalém, y El Talmud de Babilonia.