Jugadores
Jugamos nuestra vida
y bien se nos perdió.
Era robusta y ancha
como montaña al sol.
Y se parece al bosque
raído, y al dragón
cortado, y al mar seco
y a ruta sin veedor.
La jugamos por nuestra
como sangre y sudor,
y era para la dicha
y la Resurrección.
Otros jugaban dados,
otros colmado arcón;
nosotros los frenéticos,
jugamos lo mejor.
Fue el más fuerte que vino
y que agua de turbión
ser en la mesa el dado
y ser el jugador.
Creímos en azares,
en el sí y en el no.
Jugábamos, jugando,
infierno y salvación.
No nos guarden la cara,
la marcha ni la voz;
ni nos hagan fantasma
ni nos vuelvan canción.
Ni nombre ni semblante
guarden del jugador.
¡ Volveremos tan nuevos
como ciervo y alción!
Si otra vez asomamos,
si hay segunda ración,
traer, no traeremos
cuerpo de jugador.
Gabriela Mistral